200 años antes

200 años antes
Dr Manuel Belgrano

lunes, 2 de julio de 2007

Rivadavia... Graduados



Bernardino Rivadavia nació en Buenos Aires el día 20 de mayo de 1780. Estudió en la Escuela de Náutica y formó parte de los ejércitos que enfrentaron al invasor inglés, en 1806 y 1807, en el Regimiento de Gallegos.
En 1811, Rivadavia fue designado Secretario de Gobierno y de Relaciones Exteriores, cargo en el que reemplazó a Moreno. Por dos años, tuvo que enfrentar una dificilísima situación, ya que el débil gobierno patrio era amenazado por enemigos de dentro y fuera del país. En el interior, se alzaban voces de disidencias y debían desmantelarse alzamientos contrarevolucionarios. En el exterior, se oían rumores de una invasión española a fin de restablecer el gobierno virreinal.
En 1814 parten a Europa Rivadavia y Belgrano, además de las cuestiones políticas que debían tratar, los dos patriotas se ocuparon de una tarea no menos importante: la de contratar a numerosos científicos europeos para que viniesen al país a encabezar una nueva revolución: la de la cultura y la ciencia; la de la creación de las instituciones rectoras del pensamiento nacional de toda la centuria.
Regresó de Europa en 1820. Entonces, el gobernador Martín Rodríguez lo designó Ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores, lo que le permitió exhibir sus mejores dotes de reformista. En efecto, por su labor se crearon la Bolsa de Comercio, la Universidad de Buenos Aires, el Museo Público de Buenos Aires, el Gabinete de Física, el Registro Oficial, las escuelas de campaña, las legislaturas, los cementerios, el registro estadístico y la Caja de Ahorro, entre otras importantes instituciones, fundamentales para el establecimiento de una verdadera Nación. Entre otras medidas, Rivadavia también sancionó la libertad de comercio e industria, la reforma aduanera y los impuestos regulares que debían sostener el Tesoro público. Fue este momento en el cual demostró todas sus dotes de estadista, aún más que cuando fuera Presidente.
En 1825, luego de esta exitosa gestión, fue comisionado nuevamente ante las cortes europeas, como Ministro extraordinario, con el objeto de ratificar el tratado de cooperación y no-agresión con Inglaterra. Regresó en febrero de 1826, para ser ungido el día 8 como primer Presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Su gestión no transitó un camino llano. Por contrario, debió sobrellevar las consecuencias de una guerra (con el Brasil), que pronto se volvió impopular y que ocasionó una crisis económica y social. Pronto se buscaron responsables, y Rivadavia fue el elegido. Acorralado, debió renunciar a fines de julio de 1827.
"El Congreso que declaró la independencia terminó su carrera bajo la acusación de traidor a la patria. El primer presidente y sus actos fueron llamados al tribunal de la opinión pública por los hombres públicos que no acertaron a disimular su parcialidad.(...)”
En 1831, Rivadavia abandonó su exilio y regresó al país. Pero el encono contra él no se había apagado, y ni siquiera se le permitió desembarcar cuando arribó al puerto. Marchó entonces a Colonia (Uruguay), donde residió algunos años, realizando tareas rurales.
Pero la persecución continuó, y en 1836 fue deportado por el gobierno uruguayo a la Isla de las Ratas (en la rada de Montevideo), y luego a la de Santa Catalina (Brasil).
"Para aliviar su espíritu" emprendió entonces la traducción de los viajes de don Félix de Azara, "porque era lo mejor que se había publicado sobre su país". Más tarde, entregaría la traducción manuscrita a Florencio Varela el año de 1842, en Río de Janeiro, al separarse ambos "para no verse más en este mundo".
Por fin, abandonado por su patria y sus conciudadanos, Rivadavia murió en Cadiz (España) el 2 de setiembre de 1845.
En 1857 sus restos fueron repatriados. Entonces, ya no se lo consideraba un traidor a la patria, sino lo que en verdad fue: un patriota, un prócer y un extraordinario reformador.

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