200 años antes

200 años antes
Dr Manuel Belgrano

viernes, 15 de junio de 2007

"El Tijuca"

La barca Tijuca, “el último velero mercante argentino”

Este artículo fue escrito por el Capitán de Ultramar Albino C. Morales, y apareció en la revista Navegante en la década del 60.

Nacida para el comercio entre Europa y el Brasil, encontró alguna vez un destino argentino; conoció los rigores antárticos, rodeó muchas veces el mundo, y eligió morir en las cálidas aguas tropicales.

La vieja y legendaria "Tijuca", la cual, años antes de la Segunda guerra mundial, ocupaba el segundo lugar en edad entre los veleros de ultramar a flote sobre todas las aguas del mundo. Eran sus dimensiones, de acuerdo a los correspondientes certificados, 58.50 m de eslora, 10.50 m de manga y 6.30 m de puntal.

Tenía asignado el número 1907 de la matrícula de Buenos Aires, su arqueo neto era de 497 toneladas y el bruto de 747 toneladas, pudiendo cargar hasta mil toneladas de peso con un calado de 18 pies en agua dulce. Estaba aparejada como brickbarca, pues tenía tres mástiles, de los cuales solo el trinquete y el mayor largaban velas cuadras; pero se la conocía como barca, lo cual es costumbre en este tipo de naves. Cazaba velas mayores, gavias dobles, juanetes, tres foques, estay de mayor, estay de trinquete y, en el palo mesana, una pequeña cangreja triangular.

Tuvo cuatro propietarios y sólo una vez cambió de nacionalidad. Nació francesa y murió argentina, pero toda su vida ostentó su nombre brasilero. La "Tijuca" fue uno de los pocos barcos afortunados que llevó el mismo nombre durante el transcurso de su prolongada existencia.

De acuerdo con esa historia, la nave habia sido construída para la Armada lmperial Francesa durante el reinado de Napoleón III -a la cual perteneció en calidad de buque escuela habiendo sido visitada por dicho Emperador y su esposa, Eugenia de Montijo.

Dice el capitan Lacroix que la barca de tres mástiles "Tijuca" fue construida en Nantes en 1866, en los astilleros Gouin, siendo botada con todas las ceremonias de estilo en 1867 por cuenta de M. Mazurier, quien la destinó juntamente con un segundo navío de igual tipo y también de hierro cuyo nombre fue "Carioca"- a servir en la linea Le Havre - Río de Janeiro. Estos nombres les fueron impuestos como un homenaje al puerto a cuyo tráfico estaban destinadas, pues como sabemos "carioca" es el gentilicio con que se conoce a los naturales de Rio de Janeiro y "Tijuca" no es el nombre de un multicolor pájaro tropical, como afirmaron los fabulistas, sino el de un pico próximo a la ciudad nombrada y el de un barrio de la misma.

Ambas naves fueron diseñadas para instalarles sendas máquinas de vapor de 300 caballos pero los resultados poco satisfactorios de estos mecanismos en aquella época - desde el punto de vista económico y de la velocidad- hicieron que su armador desistiera de su propósito y aumentara sus superficies vélicas. La "Tijuca" cumplió con éxito sus tres primeros viajes al entonces alucinante Río de Janeiro y que en los mismos llevó pasajeros de cámara y cargamentos completos de mercaderías generales. Su tripulación se componía de veintinueve hombres y la travesía desde Cabo Lizard hasta llha Grande (recalada a la bahia de Guanabara), que para un buque de propulsión mecánica es de cinco mil cien millas, fue cubierto en treinta y uno, treinta y nueve y treinta y tres días.

La "Tijuca" era algo más pequeña que su gemela y su velocidad ligeramente menor que la de ésta. Después probablemente en 1876 los dos barcos fueron comprados por los señores Bordes Et Fils, armadores de Burdeos que ya poseían una importante flota de veintisiete veleros, quienes los destinaron al transporte de carbón desde los puertos ingleses del Mar del Norte a Río de Janeiro. Desde aquí navegaban hacia el sur, doblaban el Cabo de Hornos y se dirigían a puertos chilenos donde cargaban salitre y regresaban a Burdeos.

Durante ocho años hicieron esta navegación y en 1884, no habiendo más cargamentos grandes de salitre, la "Tijuca" y la "Carioca" por ser los dos buques más pequeños de sus armadores, fueron destinados al transporte del mencionado producto a las Antillas, donde se recibían cantidades más pequeñas del mismo. Desde allí, durante la temporada correspondiente, llevaban azúcar a Nantes y el resto del año maderas para Saint Nazaire o Le Havre.

Así, nuestra barca, al igual que su gemela, dobló muchas veces el temido Cabo de Hornos y, siempre de acuerdo con la información del capitán Lacroix- una oscura noche de 1892, estando en las proximidades de las Malvinas mientras navegaba con las mayores y los juanetes aferrados, abordó un enorme témpano a flor de agua y luego de permanecer casi ocho horas en tan peligrosa situación, reflotó sin sufrir averías y continuó su viaje. La barca era muy manejable con veinte hombres de tripulación y se comportaba muy bien; apopaba un pie cuando cargaba carbón y cuatro pulgadas cuando llevaba nitrato. Por nuestra parte podemos agregar que capeamos dos fuertes pamperos recalando al Río de la Plata y la nave se mantuvo muy bien con un foque, gavias bajas y cangreja. También podemos asegurar que, en estas circunstancias, en ningún momento tuvimos la sensación de correr el menor peligro.

En 1908 los señores Bordes Et Fils vendieron la "Tijuca" a la Compañía Argentina de Pesca, cuando ya la barca acreditaba en su haber cuarenta y un años de navegación.

Sus nuevos armadores la inscribieron en la matricula argentina y, encontrándola en buenas condiciones para ello, le instalaron un motor Diesel Polar de 200 HP y una cámara frigorífica de 35 metros cúbicos de volumen interno. La Compañía Argentina de Pesca, poseedora y explotadora de una factoría ballenera en Gritviken, Georgia del Sur, la destinó al servicio entre su puerto de matrícula y su establecimiento austral. Desde entonces la barca pasaba sus inviernos amarrada en el puerto de nuestra capital y, largando amarras desde el muelle de Dársena Sur, todos los años se hacia a la mar a principios de la primavera con destino a Gritviken.

Durante la temporada ballenera hacia uno o dos y a veces tres viajes, llevando provisiones y parte del personal empleado en la fábrica y trayendo fertilizantes y aceite de ballena y de foca. Al finalizar la temporada - en abril o mayo - regresaba trayendo de vuelta el personal que había llevado en el primer viaje. Partiendo en la primavera siguiente con rumbo a las Islas geogias del Sur.

Mientras perteneció a esta armadora el velero fue siempre tripulado con personal escandinavo, excepto durante un breve intervalo en que - por la intervención del entonces Subprefecto General Marítimo capitán Morixe - embarcarían algunos oficiales argentinos. Esto ocurrió en las temporadas 1932-33 y 1933-34.

En 1942 -durante el período más grave de la segunda guerra mundial- la "Tijuca" fue comprada por la Sociedad Anónima "Lord", una empresa sin ninguna experiencia en el negocio marítimo pero que, bien asesorada, vio la oportunidad del momento. Su nueva armadora estableció con ella un servicio entre Buenos Aires, puertos del Brasil y Ciudad del Cabo (Sudáfrica). regresando a su puerto de matricula.

En tiempos normales esta actividad hubiera sido un pésimo negocio, pues su velocidad, que no podía competir con la de un buque a propulsión mecánica, la incertidumbre en la duración de sus viajes y las conquistas gremiales de las tripulaciones habrían hecho antieconómica su explotación. Mas es bien sabido que la desdicha de la guerra ofrece muy buenas oportunidades a los hombres emprendedores y ésta fue una de ellas. La barca salía del puerto de Buenos Aires llevando trigo al Brasil, allí embarcaba madera y carga general con destino a la Ciudad del Cabo y de este puerto regresaba a Buenos Aires con carbón.

Terminada la guerra, el mar fue nuevamente libre para todas las banderas y, restablecida la competencia de fletes, ya no hubo mas lugar para la "Tijuca" y en el mes de julio de 1946, después de setenta y nueve fecundos años de existencia, terminó sus actividades encallando en la costa de Río Grande do Sul, sobre los 31´54' de latitud Sur y 51"42' de longitud Oeste.

Pero la "Tijuca" había terminado su misión, sus servicios ya no eran necesarios y los hados eligieron para ella ese lugar. Nacida para viajar al Brasil en un astillero del Mar del Norte, a casi seis mil millas del lugar donde descansa definitivamente, fue fiel a su destino entregándose a la tierra para cuyo servicio fue construida. Ahora es un casco más, sumado a los millares de cascos herrumbrados que festonean las costas de los mares. El océano se vengará de sus triunfos batiendo sin misericordia sobre él cuando soplen los vientos "carpinteros" y entre ambos terminarán por vencerlo, dejando sólo sus despojos sobre las arenas.

3 comentarios:

Zenon (Jr) dijo...

Soy hijo de Zenón Siksnys, nacionalidad Lituano, nacido en 1908 en Lituania,fallecido en 1995, y que establecido a partir de 1928 en Buenos Aires
embarcó varias veces en el Tijuca rumbo a Puerto Grytviken en las Islas Georgias del sur , y me habló mucho de estas remotas islas, incluso cuando desembarcaban ,en una ocasión desde la inmensas montañas que circunvalan la isla,un pajaro muy grande con garras muy grandes lo atacó tratándole de clavar las garras y se defendió con un cuchillo que todavia conservo con cachas de hueso de ballena
Las montañas que rodean a la isla caen en paredes casi verticales con despeñaderos impresionantes, que dificultan muchisimo el desembarco, parece otro mundo totalmente inhóspito y no apto para cualquiera, el mar que rodea las islas es siempre tempestuoso, y hasta en los años 1940 /1941 tuvieron un encuentro con una embarcación alemana, en plena segunda guerra mundial,con la cual podrian haber perdido sus vidas, .
Las autoridades britanicas que administraban las islas, prohibian el alcohol, y aun asi algunos tripulantes noruegos, daneses suecos tomaban alcohol puro por el intenso frio. Se cazaba la ballena mas grande del mundo, la ballena azul, que no tiene nada que ver con las ballenas franca y otras mas conocidas por acá ,pero mucho mas pequeñas.
A bordo tambien iba un tio mio de nacionalidad Letón Hugo Kriews, en una oportunidad una tormenta monstruosa llevó al Tijuca al garete, arrastrándolo por todo el Atlántico, y dejándolo en las costas de SudAfrica ,donde fué reparado,, acá en Buenos Aires daban al buque por hundido y perdido
Otro amigo ,de mi padre noruego Hansen, tambien iba a bordo, .
El buque habia sido construido en Francia y en la Compañia Argentina de Pesca le habian adicionado una plancha gruesa de acero, para preveer el hielo en el mar

Anónimo dijo...

Muy buena nota.

Anónimo dijo...


Muy interesante, nunca pensé que durante la segunda guerra aún navegase comercialmente una barca.