200 años antes

200 años antes
Dr Manuel Belgrano

sábado, 4 de agosto de 2007

¡¡¡¡Nadie mira el piso!!!!!!


Lo que publico a continuación son algunas pautas, normas, ideas para tener en cuenta el día que estemos a cargo de un grupo de personas. Claro ejemplo es el del BEDELATO, oportunidad que brinda la escuela a los mejores cadetes de tercer año, para aprender de que se trata un poco, esto de "la conducción", en un ambiente controlado, donde no corremos ningún peligro y donde un fracaso no es mas que un momento embarazoso para el cadete que lo padezca. Es preferible aprender estas cuestiones en la escuela, seamos BDLs o no, para que el día de mañana no nos sorprenda en medio de una situación de riesgo con vidas en juego.


El conductor, investido ya de su cargo, debe conocer a su gente, las capacidades y limitaciones propias e individuales de toda la organización y de cada uno de sus miembros, aquilatar la capacidad y competencia de sus subordinados inmediatos y de aquellos en quien delegará parte de sus atribuciones para que la organización funcione de acuerdo a su misión.
Debe aparecer la figura del Jefe en toda su magnitud, como el elemento que por sus dotes, deberá ser capaz de enfrentar esta situación, descubrir sus factores de fortaleza y debilidad, la capacidad de sus miembros y poder finalmente determinar una estrategia que le permita lograr los objetivos en la mejor y óptima situación asegurando el éxito de la empresa encomendada.
André Gavet, en su obra "El Arte de Mandar", donde en alguno de sus párrafos iniciales, establece que: "El Oficial es aquel que ha hecho profesión de mandar; si no sabe mandar no es más que un simulacro de Oficial, un porta galones" . En este plano podemos mostrar una serie de personajes, donde encontraremos sin duda algunos ejemplos de falta de sinceridad y a los aduladores, a los presuntuosos y los intransigentes, los tímidos y los inofensivos, los perezosos y los indiferentes, los cobardes morales y los contemplativos, que quieren triunfo fácil y sin riesgo, o tienen prisa por llegar al fin, sin que importen los medios.
El verdadero Jefe debe ser ante todo un hombre. En ese sentido, le bastarán las condiciones propias de la hombría: ecuanimidad, sinceridad, lealtad consigo mismo y con el prójimo, definido, veraz. Su vida la ha hecho de sacrificio, es hacerse mejor reconociendo sus limitaciones, es luchar contra la envidia y la mentira, es situar sus deberes por sobre sus derechos…… es tener un orgullo labrado por ese mismo esfuerzo de ser más.
El verdadero líder debe, recalcar los valores que representan la trilogía formada por la Preparación Profesional, la capacidad Intelectual y el Valor físico y Moral que, junto a la lealtad, criterio, sólida moral y otras virtudes forman al verdadero Comandante y lo transforman en un Líder con capacidad cierta de dirigir a sus hombres, dar el ejemplo, ser el primero y tener la voluntad para imponer su criterio, razonada y acertadamente. Ellos deben ser los elementos fundamentales que se impongan sobre cualquier otra consideración y que iluminen el accionar de cada uno de los miembros de la Institución, para desterrar aquellos aislados focos donde a veces reinan la incapacidad, la mediocridad, el egoísmo, la envidia y la falta de voluntad, que tanto daño hacen y que, están presentes en cualquier organización por su imperfección, y que su detección, y orientación a sus subalternos para sobreponerse con éxito a estas situaciones que las afectan, debe constituir un imperativo para cada uno de los líderes, durante la ejecución de su compromiso como tal.
El Jefe debe estar dispuesto a servir a sus hombres, se avergüenza de que le presten servicios. En ese sentido, hacer beneficios es prueba de superioridad; recibirlos, es un indicio de subordinación.
El Jefe debe ser claro en sus aversiones y preferencias, habla y actúa abiertamente, nunca es malvado; siempre debe olvidar las ofensas o no les da crédito. Por otra parte no es amigo de hablar, no le importa que lo admiren ni que lo censuren es humilde; no habla mal de otros, ni aún de sus enemigos, a no ser que sea delante de ellos. Un Jefe verdadero soporta los azares con dignidad y elegancia. El mismo es su mejor amigo y encuentra placer en el recogimiento, al paso de que el hombre sin virtud ni aptitudes se convierte en el peor enemigo de sí mismo y teme a la soledad.
El vínculo que nos une con el verdadero Jefe es nuestro asentimiento y reconocimiento por su acción desenvuelta a través de una completa naturalidad. Siempre nos resistimos cuando quien nos ordena, muestra sus titubeos, su indecisión; pero en cambio, seguimos a aquel que refleja su convicción de propósitos y confianza en sí mismo.


A continuación, algunas máximas sobre le liderazgo: -


Predicar con el ejemplo:


Como el jefe debe también ser educador, tiene que predicar con el ejemplo; si exige al prójimo lo que él no está dispuesto a respetar es un embaucador, el que hace trampas en la convivencia, es la negación del Jefe. Aquí subyace la verdadera filosofía del dicho "Primero el Comandante"-


Ecuanimidad y Justicia:


El Mando está inhibido de tener preferencias. Con el favoritismo, el grupo que obedece se corrompe, y nacen las bajas secuelas de la adulación, la envidia y la cobardía. Con justicia, en cambio, habrá trabajo sin ocultamiento, cada cual rendirá mostrando su carácter, con la seguridad que será comprendida y alcanzará premio o castigo, según lo merezca. -


Disciplina:


Por otra parte el verdadero jefe reclama disciplina y nunca servilismo. El tirano se hace obedecer por el terror; el Jefe, por el afecto de sus subalternos. Si el primer sentimiento es inestable, este otro es permanente y da alegría y armonía al grupo. Por eso hay que tener presente que saber mandar no es dominar conciencias.

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